miércoles, 11 de septiembre de 2013

Todo inició el 11 de septiembre de 1973 (Parte I)


Por Rodrigo Hernández López

Hoy se cumplen 40 años de un hecho que modificó la realidad política de América del Sur, pero en especial de México. Es la historia del inicio del fin y de los caprichos del destino.

Una llamada despertó al Presidente ese martes  a las 6:15 am en su residencia personal, “¿qué pasa?”, preguntó el mandatario. Le informan que la Marina se ha sublevado.  Una hora después enfundado en un traje negro y recién bañado, sube al auto y ordena al chofer dirigirse al Palacio.  Durante el trayecto recibe la información de que el Ejército, respalda al Gobierno.

A las 7:55am en los radios su voz retumba “Les habla el Presidente de la República…informaciones confirmadas señalan que un sector de la marinería habría aislado, una ciudad y estaría ocupada, lo cual significa un levantamiento en contra del gobierno, del gobierno legítimamente constituido, del gobierno que esta amparado por la ley y la voluntad de los ciudadanos”.

“Como primera etapa tenemos que ver la respuesta, que espero sea positivo de los soldados de la patria que han jurado defender el régimen establecido, en todo caso yo estoy aquí, en el palacio de gobierno y me quedaré aquí, defendiendo el gobierno que represento por la voluntad del pueblo”. A las 8:03 am hace la que será su última aparición pública en un balcón presidencial.

A las 8:42 de la mañana, las fuerzas armadas declaraban por radio “que el señor Presidente de la República, debe proceder a la inmediata entrega de su alto cargo a las fuerzas armadas”. Tan sólo ocho minutos más tarde, la respuesta a la solicitud llegaba por el mismo canal de comunicación: “Se insta a renunciar al Presidente de la República, no lo haré”.

Entonces le hablaba a la historia “siempre estaré con ustedes, tengo fe, superarán otros hombres este momento gris y amargo donde la traición pretende imponerse. Sigan ustedes sabiendo que mucho más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las grandes alamedas por donde pasa el hombre libre para construir una sociedad mejor”.

“Estas fueron mis últimas palabras y tengo la certeza de que mi sacrificio no será en vano, tengo la certeza de que por lo menos será una lección moral que castigará las felonías, la cobardía y la traición”.

En las inmediaciones del Palacio, tanques se aglutinan. Las botas negras de los soldados empiezan a rodear las calles. El miedo y la tensión invaden la atmósfera. Y entonces se escucha el canto de las ametralladoras. El aliento a muerte comienza a llegar.

Minutos después del medio día, el viento se rompía por el sonido de dos aviones. El piso retumbó, el bombardeo aéreo había llegado. El polvo se levantaba, los muros caían, lo vidrios de las ventanas explotaban. Cinco veces se había atacado el recinto.

El fuego se hacía presente en las ruinas de la sede del poder. Los militares entran al primer piso del inmueble, buscaban a las 26 personas que se encontraban ahí. Todo había terminado. “¡Presidente!, ¡el primer piso está tomado por los militares! ¡dicen que deben bajar y rendirse!”. Él contesta “¡Bajen todos! ¡dejen las armas y bajen! Yo lo haré al último”.

Como lo prometió, bajó. Pero cubierto por una manta y en una camilla militar custodiada por soldados. Había muerto, en el lugar donde residía el poder presidencial. Se suicidó antes de caer en las garras del enemigo.

Ese mismo miércoles mientras el gobierno de Salvador Allende, Presidente de Chile, caía ante el golpista Augusto Pinochet y el sueño de conducir un país hacia el socialismo se desintegraba, a siete mil kilómetros de ahí, en la Ciudad de México se llevaba a cabo una reunión que marcaría el destino para Latinoamérica.

Salvador Allende fue Presidente de Chile del 4 de noviembre de 1970 al 11 de septiembre de 1973.

El 1° de julio de aquel 1973, en Estados Unidos era fundada la Administración de Control de Drogas, la DEA por sus siglas en inglés. Por lo que el entonces mandatario estadounidense, Richard Nixon quería que su nueva compañía empezara a trabar en un punto estratégico; México.

Mientras Salvador Allende luchaba contra los militares opositores a su régimen, en la Ciudad de México, el entonces procurador general, Pedro Ojeda Paullada, junto con el presidente mexicano Luis Echeverría, de quien alguna vez Allende se referiría a él como “un gobernante con visión de futuro que se expresa en el lenguaje del pueblo”, sostenían una reunión en privado con el embajador norteamericano, Robert H. McBride.

El motivo del encuentro era entregar una carta que había escrito el mismo Nixon dirigida a Echeverría donde pedía su colaboración para que los agentes de la DEA comenzaran a operar en el territorio mexicano.

Los recientes claves filtrados el pasado 8 de abril por Wikileaks, y bautizados como los “Cables Kissinger”, debido a que son parte de los informes durante el periodo en que Henry Kissinger era el secretario de Estados Unidos y que comprenden el periodo de 1973-1976, dan cuenta del inicio del origen de los grandes capos de la droga y de la repercusión de esa reunión el 11 de septiembre.

Durante la reunión McBride subrayó la importancia de localizar y destruir los plantíos de amapola en Sinaloa. Realizando sobrevuelos, en un programa conjunto entre la DEA y la NASA denominado Compass Trip (Brújula de viaje), se usarían escáners de detección remota para encontrar los campos de enervantes.

Pero no sólo eso, se propuso implementar el Plan Canador (Canador, era una palabra inventada, en fusión de cannabis y adormidera, como se conoce a la amapola), que consistía en destruir los campos de amapola y marihuana en 36 zonas militares y entrenar a elementos de la Policía Judicial Federal para que aprendieran a obtener información de inteligencia.

Robert McBride fue embajador en México de 1969 a 1974.


En uno de los reportes Kissinger se lee que “aunque ninguna decisión fue tomada, el presidente Echeverría demostró gran interés a las propuestas y las turnó al procurador general para su posterior estudio. Se acordó que encuentros posteriores serían realizados y planificados entre el fiscal general y Ojeda Paullada hacia finales de octubre”.

 A raíz de esa reunión y en años posteriores, el gobierno norteamericano vio el fruto de la reunión de 1973 hacia finales de 1975, cuando la Operación Trizo vio la luz verde en la zona conocida como el Triángulo Dorado, territorio estratégico que comprenden los estados de Chihuahua, Durango  y  Sinaloa.

A dicho plan le fueron asignados cinco aviones de la DEA piloteados por pilotos mexicanos que ubicaron y destruyeron los plantíos y fue vigilada por la agencia norteamericana hasta 1976. Un cable reportaba que había cerca de “7 mil campos de opio listo para ser cosechados”.

Llegado el tiempo de la sucesión presidencial, José López Portillo implementó la Campaña Permanente de Erradicación, y Trizo se convirtió en el antecedente de la Operación Cóndor, que buscaba la destrucción de los campos de cultivo en el Triángulo Dorado, lo que generó que los Cárteles de la droga, emigraran en los años ochenta al estado de Jalisco.


Echeverría no sabía que la decisión de permitir que los agentes de la DEA operaran en territorio nacional, le costaría muy caro al país. Al final, siempre hay manos hábiles que desnudan la verdad y 40 años después podemos empezar a comprender el origen del nacimiento de los grandes capos de la droga y de la muerte de ese sueño llamado México.


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