sábado, 26 de septiembre de 2015

Ayotzinapa, retratos de la prensa

Por Rodrigo Hernández López


"Los periódicos enseñan a la gente cómo debe pensar", clama uno de los personajes de la novela Número Cero de Umberto Eco.  
¿Qué nos ha dicho la prensa mexicana sobre la masacre de Ayotzinapa?
Cuatro capítulos destacan de esta historia que jamás se hubiera querido que se escribiera:

El día que supimos su desaparición...

La tarde del viernes que nos contaron que fueron quemados...

Cuando Peña Nieto dijo "Todos Somos Ayotzinapa"...

Aquella frase de la "verdad histórica"... 

El domingo 28 de septiembre nadie sabía de qué tamaño era la noche negra de Iguala, seis muertos y poco más de 20 desaparecidos era el número que reportaba la prensa en la mayoría de los casos.











Las horas pasaron y una cifra se convirtió en símbolo de la resistencia y el dolor, eran 43 los jóvenes desaparecidos, luego de pasar días sin saber quién se haría cargo de la investigación finalmente y ante el clamor de los padres el gobierno empezó a detener a aquellos que creyó eran los culpables.

La tarde del viernes 7 de noviembre a 33 días de su desaparición la Procuraduría General de la República (PGR), convocó a una rueda de prensa donde su titular Jesús Murillo Karam, informó un horror que recordaba los campos de concentración nazis en la Segunda Guerra Mundial, habían sido quemados era la hipótesis del gobierno. 
La mañana del día siguiente los medios relataron el horror, para unos fue más para otros menos, pero por primera en la historia un diario deportivo se unió a la indignación. 

Récord dedicó su portada a Ayotzinapa, su editorial retrató al país de cuerpo entero. 







                                             

El 27 de noviembre del 2014 el Presidente Peña Nieto lanzó un plan de 10 puntos para combatir la inseguridad. En esa coyuntura el periódico que durante muchos años fue el más duro opositor del sistema se entregó cual amante a los brazos del mandatario, no hubo cuestionamientos, no existió la duda, simplemente La Jornada gritó: Bravo, ¡Señor Presidente!








El gobierno pensó que el 27 de enero del 2015 todo había acabado cuando dio su versión de los hechos y en aquel día Jesús Murillo Karam declaró su epitafio político al decir "los estudiantes normalistas fueron privados de la libertad, privados de la vida, incinerados y arrojados al Río San Juan, en ese orden, esta es la verdad histórica de los hechos".






                      
A un año de los hechos de Ayotzinapa el retrato que ha dado la prensa mexicana en su gran mayoría es el oficial y esa es también una verdad histórica...


El gran contrapeso de las portadas de los diarios lo han dado los moneros, aquí una selección de la mirada más crítica sobre el caso de los 43. 












jueves, 13 de agosto de 2015

El túnel de escape a la Presidencia

Por Rodrigo Hernández López

Aquella tranquila mañana del 11 de julio, el país vivía una aparente normalidad, nadie esperaba que el ajedrez político se estremeciera con la noticia de la segunda fuga de Joaquín "El Chapo" Guzmán, otrora líder del Cártel de Sinaloa. 

La madrugada del domingo las redacciones de los periódicos trabajaban a marchas forzadas para confirmar la información. No se podían creer la notica, se había fugado otra vez "El señor de la montaña", como le apodan en un corrido al narcotraficante.

Para las primeras horas del domingo 12, todo era un caos para el Estado.  La noticia le dio la vuelta al mundo en cuestión de minutos cuando las redes sociales daban cuenta del hecho. La imagen del gobierno de Enrique Peña Nieto se desmoronaba cada segundo que pasaba. 

Pero todo eso es historia conocida. 

Sobre esos hechos un ex-analista de los servicios de inteligencia de México reveló una hipótesis sobre la fuga a quien esto escribe. 

"¿Quién se benefició con la salida?", preguntó una noche de lunes en una esquina de un restaurante de la Ciudad de México. "¿A cuántos pájaros matas de un tiro con la fuga?".



Entonces, formuló de acuerdo a su experiencia y sus datos la siguiente teoría:

La fuga de "El Chapo" representa que la cabeza de la hidra del narcotráfico vuelve a mandar sobre el control del trasiego de drogas en nuestro país y los Estados Unidos. Aunque nunca dejó de hacerlo completamente desde que cayó en prisión en febrero del 2014. 

Por un lado, la persona que intercedió para que la maquinaria de corrupción permitiera la salida del Penal del Altiplano del criminal de Sinaloa, venció en un solo movimiento a tres personas; al Presidente Peña Nieto, a Luis Videgaray titular de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) y a Miguel Ángel Osorio Chong quien despacha desde el Palacio de Cobían, sede de la Secretaría de Gobernación (Segob).

¿Cómo?, se le cuestionó. Sencillo respondió, la segunda fuga, dejó en ridículo ante la sociedad al hombre de la Segob, él estará asociado siempre a ese fatal error en la seguridad nacional ante los mexicanos. 

Por otra parte, siguió con su relato con el aumento del precio del dólar y la caída de las expectativas de crecimiento, a esto se le suma que la noticia de la huida de "El Chapo", refleja el nulo control de las autoridades, en todos los aspectos. 

"La economía seguirá cayendo, y con ello la imagen de Luis Videgaray". Sentenció el informante. 

Pero y al Presidente cómo lo venció aquel personaje que intercedió ante Joaquín Guzmán Loera, se le preguntó. "A ese tema, volveremos más adelante, pero no lo pierda de vista", indicó. 

Aunque faltan tres años para la sucesión presidencial de 2018, la carrera por suceder a Peña Nieto inició la mañana del 21 de noviembre del 2011, según nuestro informante. 

Aquel día, la estrella de nuestra historia sabía que no podía detener el ascenso de Peña Nieto y el regreso del PRI a la Presidencia de México. Pero para que él fuera protagonista de la trama y no sólo un actor de reparto, entendió que tenía que esperar y ser paciente para ir construyendo su camino a la gloria política.

Así que aquellas palabras que dijo nuestra estrella, no pasaron desapercibidas para nuestro informante. Las recitó de memoria: "La unidad priista es indispensable para ganar el voto y la confianza de la mayoría de la ciudadanía y construir un nuevo rumbo para México".

Con la palabra "unidad", como frase tatuada decidió poner todo su empeño para lograr su anhelo. De acuerdo al informante, por eso decidió trabajar alejado de los reflectores o al menos desde el ring de la arena pública. 

Gracias al don de su palabra y a los puentes que ha creado desde hace varias décadas, supo que si era capaz de sacar adelante las reformas estructurales que el gobierno de Peña Nieto había propuesto, ese acierto le generaría dos triunfos; uno ante el titular del Ejecutivo y otro ante los militantes del PRI.

A lo largo de cuatro años, él fue uno de las piezas medulares para que el proyecto de nación peñanietista viera la luz. 

Entonces, relata el informante, "cuando cayó en "desagracia" "El Chapo", supo que si lo ayudaba a salir de alguna manera se ganaría la confianza del narcotraficante más buscado, eliminaría a dos y a lo mejor hasta tres contendientes presidenciales en el paso, pero además por fin podría conseguir su mayor deseo político, sentarse en la silla presidencial".

"Lograr que se fugara aseguraría (si él ganaba la próxima candidatura) un pacto con el Cártel de Sinaloa para trabajar en conjunto y mantener al país en una paz arreglada".

¿Pero cómo lograrlo?, se le preguntó. "Mandar un enviado a través de la gente de Sinaloa para que tuviera acceso a los planos de la prisión, no pierda de vista que él es el hijo político del obscuro Fernando Gutiérrez Barrios, aquel que espiaba a todos los políticos en los sesentas y setentas, las mañas las conoce". 

"Pero eso no es todo, verá usted, una vez puesto en marcha su plan, se fijó una meta, la sucesión de su partido, supo que si todas las piezas de su plan se lograban, el sería el candidato a dirigir a los priistas en 2015 y de ahí sólo quedaría un paso para culminar su plan". 

¿Pero entonces cómo venció al Presidente?, "Ahhh, le dijo que no lo perdiera de vista, la fuga le permitió "crear" su respaldo ante el mandatario, lo vio como el salvador en estos tiempos de crisis...y no solo lo digo yo, ahí tiene lo que publicó el periódico Excélsior el pasado 7 de agosto en la columna de Enrique Aranda, eso que ya empiezan a llamar la hazaña de Sonora". 

"Tome todo lo que le digo como un rumor, porque no tengo pruebas de mis dichos, pero créame que sé reconocer mi olfato". 


¿Si es solo un rumor que habría de cierto en ello?, se le increpó..."puede que nada, pero vea todo, todo ha pasado según mi hipótesis, la única manera de comprobar mis dichos es esperar al 2018, pero no pierda de vista que por ahora el gran y único triunfador de la fuga de Joaquín "El Chapo Guzmán, es nada menos que Manlio Fabio Beltrones, el hombre que ha unido al PRI".


domingo, 11 de enero de 2015

El funeral de Don Julio

Por Rodrigo Hernández López

El silencio imperaba, algunas risas rompían el aire de vez en cuando, el rostro se repetía una y otra vez, ojos rojos, pañuelos encapsulados en las manos y un solo nombre: Julio Scherer García.

En la capilla Bourgogne del Panteón Francés custodiado por flores blancas, descansaba el cuerpo, su familia rendía homenaje al hombre, sus colegas recordaban al periodista.

Nunca fue hombre de masas, y así fue su funeral, entre los presentes brotaban los pésames, los abrazos, las manos estrechadas y las anécdotas de toda una vida, “no olvidaré sus abrazos tan sinceros”, rememoraba un reportero.

Al sepelio llegaron algunos hombres de la clase política: Pedro Aspe, secretario de Hacienda de Carlos Salinas de Gortari; Porfirio Muñoz Ledo, el hombre que interpeló el último informe de Miguel de la Madrid en 1988; Francisco Labastida Ochoa, quien fue el primer candidato del PRI en perder una elección presidencial en el año 2000, se dieron cita en el Panteón Francés

No llegaron los empresarios, los líderes sociales, las comitivas presidenciales, a pesar de que siempre fue un tema referente en su obra, el poder estuvo ausente de sus exequias.

Rafael Rodríguez Castañeda, quien sucedió a Scherer desde que dejó el timón de la revista Proceso en el año 1996, a veces se sentó, otras se rodeó de sus compañeros, y en un par de ocasiones buscó la intimidad de la soledad mirando a las paredes blancas del lugar, pensando en el porvenir, en el peso que recaía en sus hombros, ahora que Scherer lo dejó sin sus consejos.

Aquellos que lo admiraron en vida estaban con él, Proceso en pleno: Salvador Corro, subdirector editorial; los reporteros Carlos Acosta, Gloria Leticia Díaz, Álvaro Delgado, Arturo Rodríguez, José Gil Olmos, Homero Campa, Jenaro Villamil, Beatriz Pereyra, Armando Ponce, se dieron cita en el sepulcro de su mentor y amigo.

Después de llorar juntos y darle el pésame a Julio Scherer Ibarra, por la pérdida de su padre, la periodista Carmen Aristegui relataba a un grupo de reporteros del semanario el momento de shock que sintió al dar la notica al aire de la muerte del comunicador.

“Estaba yo con Apatzingán, y mi cabeza empezó a volary así pasó”, les decía a sus colegas sin poder ocultar un suspiro y un par de ojos iluminados que anteceden el brote del llanto cuando se evocan los recuerdos.

Si el silencio era profundo, con su llegada se hizo sepulcral, Carlos Marín subió las escaleras de las capillas del Panteón Francés, el rostro rígido y la mirada pensativa, negro el traje y la corbata, impecable la blancura de la camisa.

Se abrió paso entre los presentes con paso firme se dirigió a la capilla que momentos antes había sido cerrada, pues la familia le estaba dando el último adiós, abrió la puerta y entró, sesenta segundo estuvo adentro, había sido echado, un nieto de Scherer le pidió retirarse.

El periodista que quería suceder a Scherer al frente del semanario y cuyo anhelo no logró provocó la ruptura de su amistad, salió enojado, caminó hacia un rincón, dio vueltas, las cámaras lo seguían, el silencio se volvió bullicio cuando los presentes se dieron cuenta de quien estaba ahí, así como llegó se fue, bajo las escaleras encolerizado.

Carlos Puig columnista del diario Milenio, buscó calmar a su jefe, corrió a su encuentro mientras Marín descendía de las escaleras que momentos antes había recorrido para expresar sus respetos, se perdieron en la sala en dirección a la salida del panteón.

En aquellos segundos de confusión, los reporteros leales a Rodríguez Castañeda quien se encontraba sentado en un rincón, lo rodearon, el enojo era visible y la pregunta natural se oyó en el 
aire, ¿qué hace aquí?

El momento llegó, se había terminado el tiempo para presentar los respetos al hombre que sembró una nueva manera de hacer periodismo, se emprendió la última marcha, la que llevaría a la morada final de la tierra.

El silencio otra vez, reinó en los presentes, el féretro fue subido a la carroza, caminaban abrazados los amigos y familiares, al frente los hijos: Julio, María, Gabriela y nietos de quien fuera director de Excélsior en sus años dorados.

Los pasos lentos, como las palabras que se decían, las miradas pérdidas y el sentimiento de orfandad se acrecentó más.
El cielo era despejado cerca de las 4:40 de la tarde, las palas de los enterradores cantaban su inconfundible canción, ese sonido único que se da cuando la tierra se encuentra con sus formas, y vuela hasta impactarse con el suelo.

Poco más de 10 minutos permaneció la familia ante el sepulcro del patriarca, eran cerca de 100 personas quienes dieron el último adiós, al hombre y amigo. El silencio reinó, no hubo aplausos ni discursos, tampoco hubo llantos prolongados.

Foto: Cuartoscuro.


Scherer recordó alguna que vez que en sus primeros años como periodista muchas de sus notas iban al cesto y “buscaba afanoso el éxito”, su camino lo convirtió en el árbol más gallardo de una estirpe de periodistas que buscaron la verdad por sobre todas las cosas.

Un joven que contempló la escena pensaba para sus adentros en relación a esa frase publicada en el libro La terca memoria de 2007, que Julio Scherer ahora es ya un hombre completo, pues al morir dejó una huella que las generaciones recordarán y lo usarán como guía en las batallas por la libertad de prensa.


Al final del entierro los reporteros se alejaron mirando el cielo claro de la tarde, regresaron a Fresas #13, a las siete de la noche tenían una junta, el trabajo debía continuar, había que preparar un número muy especial de Proceso.