Por Rodrigo Hernández López
Con sangre y muerte hemos forjado la mediocre democracia
mexicana; con reclamos de justicia y libertad hemos vivido por más de un siglo.
Un hombre llamado Gustavo Díaz Ordaz clamó una vez que “México
no fue el mismo antes ni después de Tlatelolco, y no lo fue en parte muy
importante debido a Tlatelolco”, tuvo razón, pues sólo con muerte hemos
cambiado.
A la vista de todos a plena luz hemos contemplado una orgía,
día tras día la señora Justicia ha sido violada, y en más de una ocasión hemos
desviado la vista a una ficticia realidad donde creemos estar a salvo.
Necesitamos que desaparecieran 43 jóvenes estudiantes para
recordar aquella palabra olvidada: humanidad.
La ineptitud de la clase política nos acerca inevitablemente
al sepulcro de la patria. Nietzsche se cuestionó una vez “¿Cómo podrías renacer
sin haberte convertido en cenizas?”, el inicio de la purificación mexicana ha
sido la ausencia de los normalistas.
México es muerte, por ello el grabador José Guadalupe Posadas
impregnó sus calaveras como parte de la cotidianidad nacional, como símbolo de
resistencia y constante recordatorio del destino final.
Con Felipe Calderón nos acostumbramos a mirar colgados, como
si fueran flores caídas de los árboles del Paseo de la Reforma en una caminata
dominical cualquiera.
Octavio Paz
referiría un día que “Para el habitante de Nueva York, Paris o Londres, la
muerte es palabra que jamás se pronuncia porque quema los labios. El mexicano,
en cambio, la frecuenta, la burla, la acaricia, duerme con ella, la festeja, es
uno de sus juguetes favoritos y su amor más permanente. Cierto, en su actitud
hay quizá tanto miedo como en la de los otros; mas al menos no se esconde ni la
esconde; la contempla cara a cara con paciencia, desdén o ironía.”
Ayotzinapa no
será el fin de la estela de muerte en el suelo mexicano, pero será el inicio
del quiebre en el sistema, como en su momento lo fue la matanza de Tlatelolco,
al menos así lo siente la gente que salió a las calles y despertó su
conciencia.
Imágenes de la manifestación del pasado 20 de noviembre del 2014. Foto: Rodrigo Hernández López.
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