Don Justo Sierra hablaba de promover “la religión de la Patria”. La Patria ese ser mítico que a lo largo de los años nos cuesta trabajo comprender y endentar.
El diccionario de la Real Academia Española pone la definición; patria. (Del lat. patrĭa). Tierra natal o adoptiva ordenada como nación, a la que se siente ligado el ser humano por vínculos jurídicos, históricos y afectivos.
Si bien en el sentido más estricto la patria sólo es el lugar donde uno nació y que está ligado por valores afectivos. Es mucho más que eso, es el orgullo que le damos a nuestros valores, poder entonar con respeto y con honor nuestro hermoso himno nacional.
Ser mexicano es más que tomar tequila, usar un sombrero, o cantar con un mariachi. Ser mexicano es estar conciente de las deficiencias y carencias de nuestra historia, ser autocríticos.
La pregunta que hoy debemos hacernos en este “mítico” año es de qué nos sentimos orgullosos como mexicanos. Quizás hoy ya no hay esclavitud ni estamos bajo el yugo de la Corona española, hoy estamos sometidos por la mano mexicano, el crimen organizado.
Pero acaso ese es nuestro mayor problema, o será que estamos sometidos por nuestra propia ignorancia y desunión.
Hemos sido una nación de traidores más que héroes, la mayoría de nuestros gobernantes han sido convenencieros, hemos traicionado los sagrados valores que la Patria.
¿Cuál igualdad, cuál justicia y cuál democracia? Dónde están los ideales de la Revolución, de la Independencia, dónde están los ideales de todas las causas que han pasado por estos doscientos años de vida independiente, la respuesta es fácil, están en los discursos, en los muesos ahí intocables como vacas sagradas. Porque sí bien ya no somos parte de España, damos pasos agigantados para ser parte de Estados Unidos, tratamos de manera ridícula imitar su sociedad, una sociedad carecientes de cultura e historia.
Cuántos países darían lo que fuera por tener una mínima parte de la nuestra, hoy podemos contar con orgullo que nuestros ancestros descubrieron el cero, que tuvimos un observatorio cuando los que lo erigieron usaban un taparrabos, que tuvimos hombres que con unas cuantas “herramientas”crearon un imperio formidable, que eran mas limpios que los propios seres que vinieron a “civilizarnos”.
Nos quejamos del gobierno a él le atribuimos todos los males del país, y olvidamos que son los políticos un reflejo de la sociedad, ellos se educaron dentro de la misma, si ellos están mal por ende nosotros estamos más jodidos.
Somos un país de mitos, de héroes de leyenda, de glorias de recuerdos que nos duelen.
Gritamos hoy viva la Independencia, y la Revolución, cuánto atraso nos dejaron, cuántos mexicanos perdieron la vida. Sí dieron su vida por la Patria y hoy de qué ha servido.
Que les vamos a decir a nuestros hijos, que nacimos en un país con todas las virtudes y cualidades posibles para ser potencia MUNDIAL, pero como somos tan al ay se va dejamos ir miles de oportunidades por que no somos capaces de ponernos de acuerdo.
Descalificamos al que sea tan sólo por su color siendo que somos todos “hijos del maíz”, vergüenza debería de darnos. Si hoy nuestros héroes pudieran ver en que se ha convertido este país, estoy seguro que llorarían, pareciera que estamos destinados a que otro gobierno “superior” venga a decirnos como gobernar y como avanzar como sociedad.
México es eso y más, el bicentenario debería de ser la oportunidad clave para entender como somos qué queremos y hacia dónde vamos.
Estamos alborotados por los festejos centenarios, ¿y ya nos pusimos pusimos a pensar si vamos a llegar al tricentenario? Con el rumbo y la actitud que tenemos se ve complicado.
El Presidente de la República no es el que puede salvarnos, pero puede coordinarnos para poder trabajar en conjunto, porque queramos o no el Presidente es el reflejo de lo que somos como país, porque se supone que por eso se votó por él.
Ya basta de criticar, descalificar, marchar y hacer huelgas. Lo que debemos hacer es trabajar, ser éticos, ser congruentes, tener tolerancia.
El hombre llamado Rodrigo Hernández López es el hombre más patriota que conozca puede dar la vida por sus similares mexicanos tiene fe en ellos, es quien hoy puede gritar con orgullo que abrirá sus venas para que el color rojo de la bandera no pierda su intensidad. Es el primero que reconoce que tenemos muchas cualidades pero que tenemos mil defectos.
Debemos trabajar en conjunto es la única manera para poder ver realizados los ideales de nuestra historia, sino lo hacemos de nada valdrá las muertes de millones de mexicanos que dieron la vida por un mundo mejor.
Cuándo es la pregunta que debemos hacer, ¿cuándo cambiaremos, hoy, mañana, ayer, cuándo?.
Tenemos mil héroes pero tenemos millones de villanos que no hacen nada por este país.
Festejemos pues el Bicentenario, y el Centenario por que podemos decir que tenemos orgullo, pero sino nos damos cuenta de que hay que cambiar, entonces celebremos la caída de México y como reza la última frase de la toma de posesión del cargo de Presidente de la República; Que la nación me lo demande.
Por los hijos la vida, por la Patria los hijos.
jueves, 27 de mayo de 2010
martes, 25 de mayo de 2010
Los símbolos del poder
Octavio Paz dijo alguna vez “ambos, el tlatoani y el presidente se amparan en la legalidad. Su poder es absoluto, casi sagrado, pero no residen en su persona sino en su investidura”.
Para entender la cultura del presidencialismo mexicano es necesario hablar de los mitos, somos una nación que tiene sus objetos sagrados y el objeto más representativo es la silla presidencial.
La silla presidencial es el objeto donde el poder emana, es ahí donde el HOMBRE dirige los destinos de una nación. En México el deporte favorito de nuestra clase política es el de la carrera presidencial. Y sentarse en la silla es la conclusión de las ambiciones de todo político.
Es ella quien da la legitimidad, quien se sienta en ella es el que manda, es ahí donde bajo las alas del águila se toman las decisiones históricas del país, con las cuales los hombres que ocupan ese lugar tienen dos caminos; son odiados o amados.
Nuestra clase política ha traicionado, mentido y asesinado por ocupar el lugar de la oficina número uno del país, no por nada nuestra historia es un mar de sangre, forjada como dice nuestro himno nacional: al grito de guerra. Caudillos, salvadores y mesías, han anhelado poder estar ahí, sentados en esa misteriosa silla, la compañera por seis largos años, amiga, consejera y confesionario, de los hombres de poder.
Solo ella ha conocido los tragos amargos, el envejecimiento, desesperaciones, júbilos y quizás hasta el llanto del encargado en turno del Poder Ejecutivo. Ella sin duda ha sido testigo silenciosa de las páginas más obscuras de la historia política. No por nada el Presidente Gustavo Díaz Ordaz decía que “desde ahí es posible sentir cuando el pueblo está satisfecho, airado, exigente, solidario, indiferente o frío”, no por nada el que se sienta ahí representa a la nación mexicana.
Cuántas cosas nos podría decir el águila, cuantas respuestas sabríamos, con cuánta precisión nos dejaría ver el mundo del poder y él hombre.
Hoy como ayer y como mañana la silla ya se encuentra en juego. Y hoy no sólo está en juego la silla y la banda nacional. El año 2012 es un futuro pero un futuro que nos acerca día con día al pasado.
A veces se nos olvida que somos un país de mitos, y que los hombres responden a las circunstancias y a sus miedos...y esos miedos y esos mitos nos han llevado a pensar que el Presidente es el único responsable de los destinos del país. Hoy ya no son los tiempos como dicen los Tigres del Norte de entregarle las llaves al sucesor de la tienda, pero parece que todo nos lleva de regreso, al punto de origen.
Debemos pensar hoy sobre el futuro del sistema político y de sus gobernantes, pues el PRI y todo la maquinaria vienen por el “carro completo” y entonces la pregunta que deberíamos hacernos no es por qué regresan sino qué hicimos mal cuando la alternancia llegó o es que no estamos listos ya han pasado varias décadas desde que Porfirio Díaz dijo que México estaba listo para la democracia y hoy parece tan lejana como cuando lo dijo.
En dos años veremos quien ocupa la silla y el águila ya empieza a contar las horas para poder susurrar sus secretos y consejos al hombre...al hombre de la investidura.
Para entender la cultura del presidencialismo mexicano es necesario hablar de los mitos, somos una nación que tiene sus objetos sagrados y el objeto más representativo es la silla presidencial.
La silla presidencial es el objeto donde el poder emana, es ahí donde el HOMBRE dirige los destinos de una nación. En México el deporte favorito de nuestra clase política es el de la carrera presidencial. Y sentarse en la silla es la conclusión de las ambiciones de todo político.
Es ella quien da la legitimidad, quien se sienta en ella es el que manda, es ahí donde bajo las alas del águila se toman las decisiones históricas del país, con las cuales los hombres que ocupan ese lugar tienen dos caminos; son odiados o amados.
Nuestra clase política ha traicionado, mentido y asesinado por ocupar el lugar de la oficina número uno del país, no por nada nuestra historia es un mar de sangre, forjada como dice nuestro himno nacional: al grito de guerra. Caudillos, salvadores y mesías, han anhelado poder estar ahí, sentados en esa misteriosa silla, la compañera por seis largos años, amiga, consejera y confesionario, de los hombres de poder.
Solo ella ha conocido los tragos amargos, el envejecimiento, desesperaciones, júbilos y quizás hasta el llanto del encargado en turno del Poder Ejecutivo. Ella sin duda ha sido testigo silenciosa de las páginas más obscuras de la historia política. No por nada el Presidente Gustavo Díaz Ordaz decía que “desde ahí es posible sentir cuando el pueblo está satisfecho, airado, exigente, solidario, indiferente o frío”, no por nada el que se sienta ahí representa a la nación mexicana.
Cuántas cosas nos podría decir el águila, cuantas respuestas sabríamos, con cuánta precisión nos dejaría ver el mundo del poder y él hombre.
Hoy como ayer y como mañana la silla ya se encuentra en juego. Y hoy no sólo está en juego la silla y la banda nacional. El año 2012 es un futuro pero un futuro que nos acerca día con día al pasado.
A veces se nos olvida que somos un país de mitos, y que los hombres responden a las circunstancias y a sus miedos...y esos miedos y esos mitos nos han llevado a pensar que el Presidente es el único responsable de los destinos del país. Hoy ya no son los tiempos como dicen los Tigres del Norte de entregarle las llaves al sucesor de la tienda, pero parece que todo nos lleva de regreso, al punto de origen.
Debemos pensar hoy sobre el futuro del sistema político y de sus gobernantes, pues el PRI y todo la maquinaria vienen por el “carro completo” y entonces la pregunta que deberíamos hacernos no es por qué regresan sino qué hicimos mal cuando la alternancia llegó o es que no estamos listos ya han pasado varias décadas desde que Porfirio Díaz dijo que México estaba listo para la democracia y hoy parece tan lejana como cuando lo dijo.
En dos años veremos quien ocupa la silla y el águila ya empieza a contar las horas para poder susurrar sus secretos y consejos al hombre...al hombre de la investidura.
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