La mirada interior se despliega y un mundo de vértigo y
llama nace bajo la frente del que sueña.
Octavio Paz
El sol intenso, el transito vehicular calmado, el edificio blanco e inamovible como sus ideales, así luce la casa del diario La Jornada. Los relojes que marcan el tiempo del mundo en la entrada nos hacen recordar la tesis del periodismo; segundo con segundo se construye la historia y debe contarse con la mayor precisión posible.
Respira, piensa antes de hablar y la boca gesticula, transmite el deseo de los impulsos cerebrales y afirma “coincido con su punto”. Instantes antes se le expusieron las palabras que pronunció José Luis Martínez S. a los jóvenes periodistas de la escuela Carlos Septién cuando señaló que el periodismo cultural no ha estado a la altura de su tradición.
Mónica Mateos Vega cuenta con 20 años de ejercicio periodístico, y no se equivoca al decir que hoy la cultura en el periodismo no le dice nada a los jóvenes. Reportera de la fuente de cultura, se preocupa por el desarrollo, por lo inmediato y por el futuro que heredará.
Interactúa con su interlocutor, gesticula, mueve las manos, parpadea, sonríe y reflexiona. Somos una generación de periodistas ni-nis: ni sabemos a donde vamos y ni sabemos qué queremos informar. Ella precisa y sentencia somos la generación de la transición.
Curiosa palabra que nos lleva a pensar en azul, que nos hace recordar la época en que el Partido Acción Nacional era sinónimo de bienestar, de algo mejor para el país, de ese sueño llamado democracia.
Manotea la reportera y evoca sus experiencias, cita y recuerda a Don Fernando Benítez y La cultura en México la importancia de su publicación, referente obligado de una juventud que forjó sus ideales en base a las publicaciones de aquel suplemento.
Cuenta que el periodismo cultural acude al llamado y se convierte en las “voces en torno de un personaje”, es él quien da pauta día con día y página con página de las realidades culturales que se encuentran en el país.
Sus ojos atentos y enigmáticos, la misma mirada que arrojó sobre Carlos Fuentes, Carlos Montemayor, José Saramago, y Mario Vargas Llosa durante su recorrido en la fuente, se pregunta sobre lo que ha sido su vida, balancea su conocimiento y recurre a una sola dirección: la juventud, pues es y solo ella quien podrá modificar el rumbo al que se enfrenta un país inmerso en conseguir la victoria de una guerra perdida desde el principio, la batalla por la soberanía y la paz.
Cómo confiar en los diarios si las plumas de confianza, guardaron silencio, pues perdieron la lucha contra la muerte. No hay intelectuales que se identifiquen con el pueblo y viceversa.
Por eso no se equivocaba Carlos Monsiváis cuando le dijo a un joven “mientras existan hombres que lean todo es posible¨
L a reportera habla, remoja sus labios y continua con la lucha de ideas, el teléfono suena, la regresa a la realidad, el periodismo no tiene calmas. Levanta la voz al igual que la ceja, toma decisiones y asume responsabilidades, en ella se manifiesta el espíritu de Rosa Castro periodista fundadora de la revista Siempre! Pues se recuerda la tesis permanente que a veces se olvida, ya que es preferible abusar de la libertad de expresión, que no hacer uso de ella.
Mónica concluye su reflexión y vuelve su atención a la edición que saldrá el lunes 21, el ambiente de la redacción sigue su ritmo entre tecleos y la voz de la televisión que acompaña a los reporteros inmersos en su labor.
Afirma que la nueva camada de periodistas debe ser capaz de relacionar la tinta expuesta día con día en los diarios y la inmediatez que se maneja en la red, el futuro son los jóvenes y deben contar con una mente abierta pues deben responder a su tiempo.
Sentencia que la ausencia de Benítez ha pesado y por ahora no se ve quien pueda llenar las botas que dejó, sólo el tiempo lo dirá, quién sabe concluye y su voz busca respuestas en el horizonte que se aproxima, el brillo de sus ojos conserva la esperanza de un periodismo mas grande, mas humilde y a la atura de los tiempos en que sus manos describen la realidad que le tocó vivir.