jueves, 7 de marzo de 2013

Uno llegará a la Presidencia de la República


Uno llegará a la Presidencia de la República
Por Rodrigo Hernández López


No le quitó la vista ni un momento, una vez ceñida en su pecho, levantó la mano derecha y saludó a la audiencia. Alzó la vista, momentos después sus dos brazos se postraron por encima de sus hombros, sus ojos se llenaron de un brillo que sólo se hace presente cuando se conquista el éxito. 

La palabra México hacía eco en los muros del salón de sesiones del Congreso de la Unión inaugurado el 1 de septiembre de 1981, pudo más el grito del nombre del país, que las consignas de protestas por parte de la izquierda rival quienes gritaban; imposición.

México confió su futuro al pasado y decidió que la biografía presidencial se volviera destino nacional, el sistema político “muerto” en el año 2000 cuando el PRI perdió la Presidencia resurgió el 1° de diciembre, cuando Enrique Peña Nieto fue ungido como titular del Poder Ejecutivo.

La estampa recordaba aquella anécdota que retrata el momento en que Don Raúl se levantó llorando, y abrazó a su hijo. “Nos tardamos veinticinco años, pero llegamos”,  le decía al oído su hijo Carlos Salinas de Gortari. Esta vez sólo fueron 12 años, el mandato panista llegaba a su fin.

La escena era como una fotografía en blanco y negro, llena de contrastes. Al centro de la imagen Peña Nieto sonreía oficialmente era el Presidente de México. A su lado el ex mandatario  Felipe Calderón aplaudía y sonreía.

El segundo presidente panista en la historia de la nación, momentos antes de entregar la banda presidencial a Jesús Murillo Karam, presidente de la Mesa directiva del Congreso, besó el escudo nacional bordado en oro, el hecho generó aplausos y rechiflas.

Los personajes secundarios de la obra en sus curules, aplaudían y gritaban. Volaban billetes falsos, que hacían alusión a la compra de la Presidencia, gritos de Presidente, México, y sí se pudo retumbaban en el salón de plenos.

Al fondo del recinto se encontraban 2 mil 800 periodistas acreditados cubriendo la toma de posesión, estaban acompañados por el sonido de los flashes y los clics de las cámaras fotográficas.

Una lágrima rodó por la mejilla de un joven fotógrafo, justo en el momento en que Peña Nieto sonreía mientras le ponían la banda presidencial, levantó una vista taciturna, mirando la frase en letras de oro “La Patria es primero”.

En los albores de la mañana de aquel 1° de diciembre del 2012,  hubo protestas afuera de San Lázaro, enfrentamiento entre quienes cuestionan la legitimidad de Peña y las fuerzas del orden. Aquella batalla terminaría después en detenciones ilegales y la destrucción de inmuebles en la Alameda Central.

El 31 de diciembre de 1996 el Subcomandante Marcos, que se había levantado en armas cuatro años antes, decía “no habrá paz mientras el olvido siga siendo el único futuro”. Las escenas de violencia que se veían en la capital, recordaban aquella frase.

La ceremonia de poder inició cuando el aún Presidente Felipe Calderón entregó de manera simbólica la bandera tricolor al presidente electo Enrique Peña Nieto. Ahí México empezó a tener un nuevo titular del Ejecutivo.

Octavio Paz dijo alguna vez “ambos, el tlatoani y el presidente se amparan en la legalidad. Su poder es absoluto, casi sagrado, pero no residen en su persona sino en su investidura”.  El acto democrático se había cumplido.

Una vez concluida la sesión solemne, Felipe Calderón abandonó el salón, miró reflexivo el recinto, quizás en su mente hicieron eco sus palabras "haiga sido como haiga sido". Alguien le gritó asesino, en sus hombros lleva el peso de 88 mil muertos durante su guerra contra el narcotráfico.

A mediados de 1940 Francisca Castro Montiel profetizo “seis gobernadores saldrán de este pueblo (Atlacomulco). Y de este grupo compacto uno llegará a la Presidencia de la República”. El negocio del poder regresó a manos de la familia del poder, la profecía del Grupo Atlacomulco se había cumplido.





1° de diciembre del 2012, Enrique Peña Nieto tomó posesión como Presidente para el sexenio 2012-2018. Foto Rodrigo Hernández López.