Uno llegará a la Presidencia de la República
Por Rodrigo Hernández López
No le quitó la vista ni un
momento, una vez ceñida en su pecho, levantó la mano derecha y saludó a la audiencia.
Alzó la vista, momentos después sus dos brazos se postraron por encima de sus
hombros, sus ojos se llenaron de un brillo que sólo se hace presente cuando se
conquista el éxito.
La palabra México hacía eco en
los muros del salón de sesiones del Congreso de la Unión inaugurado el 1 de
septiembre de 1981, pudo más el grito del nombre del país, que las consignas de
protestas por parte de la izquierda rival quienes gritaban; imposición.
México confió su futuro al pasado
y decidió que la biografía presidencial se volviera destino nacional, el
sistema político “muerto” en el año 2000 cuando el PRI perdió la Presidencia resurgió
el 1° de diciembre, cuando Enrique Peña Nieto fue ungido como titular del Poder
Ejecutivo.
La estampa recordaba aquella
anécdota que retrata el momento en que Don Raúl se levantó llorando, y abrazó a
su hijo. “Nos tardamos veinticinco años, pero llegamos”, le decía al oído su hijo Carlos Salinas de
Gortari. Esta vez sólo fueron 12 años, el mandato panista llegaba a su fin.
La escena era como una fotografía
en blanco y negro, llena de contrastes. Al centro de la imagen Peña Nieto
sonreía oficialmente era el Presidente de México. A su lado el ex
mandatario Felipe Calderón aplaudía y
sonreía.
El segundo presidente panista en
la historia de la nación, momentos antes de entregar la banda presidencial a Jesús
Murillo Karam, presidente de la Mesa directiva del Congreso, besó el escudo
nacional bordado en oro, el hecho generó aplausos y rechiflas.
Los personajes secundarios de la
obra en sus curules, aplaudían y gritaban. Volaban billetes falsos, que hacían
alusión a la compra de la Presidencia, gritos de Presidente, México, y sí se
pudo retumbaban en el salón de plenos.
Al fondo del recinto se
encontraban 2 mil 800 periodistas acreditados cubriendo la toma de posesión,
estaban acompañados por el sonido de los flashes y los clics de las cámaras
fotográficas.
Una lágrima rodó por la mejilla
de un joven fotógrafo, justo en el momento en que Peña Nieto sonreía mientras
le ponían la banda presidencial, levantó una vista taciturna, mirando la frase
en letras de oro “La Patria es primero”.
En los albores de la mañana de
aquel 1° de diciembre del 2012, hubo
protestas afuera de San Lázaro, enfrentamiento entre quienes cuestionan la
legitimidad de Peña y las fuerzas del orden. Aquella batalla terminaría después
en detenciones ilegales y la destrucción de inmuebles en la Alameda Central.
El 31 de diciembre de 1996 el Subcomandante Marcos, que se había levantado en armas cuatro años antes, decía
“no habrá paz mientras el olvido siga siendo el único futuro”. Las escenas de
violencia que se veían en la capital, recordaban aquella frase.
La ceremonia de poder inició
cuando el aún Presidente Felipe Calderón entregó de manera simbólica la bandera
tricolor al presidente electo Enrique Peña Nieto. Ahí México empezó a tener un
nuevo titular del Ejecutivo.
Octavio Paz dijo alguna vez “ambos, el
tlatoani y el presidente se amparan en la legalidad. Su poder es absoluto, casi
sagrado, pero no residen en su persona sino en su investidura”. El acto democrático se había cumplido.
Una vez concluida la sesión
solemne, Felipe Calderón abandonó el salón, miró reflexivo el recinto, quizás
en su mente hicieron eco sus palabras "haiga sido como haiga sido". Alguien
le gritó asesino, en sus hombros lleva el peso de 88 mil muertos durante su guerra
contra el narcotráfico.
A mediados de 1940 Francisca
Castro Montiel profetizo “seis gobernadores saldrán de este pueblo
(Atlacomulco). Y de este grupo compacto uno llegará a la Presidencia de la
República”. El negocio del poder regresó a manos de la familia del poder, la
profecía del Grupo Atlacomulco se había cumplido.
1° de
diciembre del 2012, Enrique Peña Nieto tomó posesión como Presidente para el sexenio
2012-2018. Foto Rodrigo Hernández López.