México despertaba poco a poco de la “dictadura perfecta” del priísmo, habían transcurrido dos años de la llegada a Los Pinos del partido blanquiazul, quienes intentaban modificar el escenario de los recuerdos de la sociedad mexicana para demostrar que podían asumir el reto de gobernar y dejar de ser sólo un partido de oposición.
Dentro de toda la “campaña” de convencimiento ya dentro del ejercicio del poder, el Partido Acción Nacional (PAN) trataba de dar cátedra de principios democráticos bajo los preceptos e ideales que nacieron en el año de 1939 cuando Don Manuel Gómez Morín fundó el partido.
El coordinador de la Cámara de Diputados del partido en el poder hablaba en el foro Libertad de Expresión y Prensa , organizado conjuntamente por la Organización Demócrata Cristina de América (ODCA) con el apoyo de la Fundación Konrad Adenauer y el Partido Social Cristiano, de Venezuela, sobre los “demonios” del pasado y afirmaba "En México, durante siete décadas, en la era del PRI, pese a las disposiciones constitucionales, la libertad de prensa no fue una realidad cabal . Ahora, se ha abierto a tal punto la libertad de prensa, que ya no existen ni personas públicas, ni temas políticos que se encuentren a salvo del escrutinio de los medios de comunicación y de la opinión pública".
Quizás esa vocación y sentido de responsabilidad que sintió en aquel abril fue lo que ha llevado a aquel hombre a definir su compromiso con el Estado mexicano, y a denunciar los abusos del poder, recordemos sus palabras lapidarías pronunciadas en estos días “lo que le ha hecho falta a este país, a este gran país, es buena política, política orientada al bien común, y le han hecho falta también políticos orientados al bien común, no al bien personal o del partido, o bien aun a las fortunas inmensas que se han hecho en México al abrigo del poder”
No es por eso que hoy nos sorprenda que el estadista se sienta capaz de incursionar en el ámbito de las letras, pues de no haber sido político, habría de ejercer el periodismo, y tomando en cuenta su pasado y su presente, se sienta con el deber moral de informar al país sobre las noticias buenas y malas según sus preceptos éticos y morales.
Sería interesante ver al reportero, preguntándose el por qué de las violaciones a las garantías individuales en la “batalla” contra el crimen organizado, hubiera causado impresión su trato frente a los contratos de su gran amigo Juan Camilo Mouriño con la paraestatal Petróleos Mexicanos, la crítica y la objetividad hubieran sido cátedra al redactar una nota sobre el destape de la caballada azul.
Pero el destino le tenía un papel más importante dentro de la historia de México, pues tuvo la suerte de no ser un periodista más, un “daño colateral” de la guerra por el país, él tuvo otro desarrollo, fue y es el Presidente de la República, quizás, por eso mismo y como lo dijo en su momento el expresidente Adolfo López Mateos quien llega a la primer magistratura del país, se siente un dios.
Quizás es por eso que se siente con la capacidad de escribir y contar la realidad de un país que mira a medias, que conoce tan poco como lo conocían en su momento los pequeños infantes que murieron en la guardería ABC en Sonora, ahí en ese estado norteño, ahí donde no sabía que decir y de que manera actuar frente a los familiares, ahí fue un periodista más, ahí solamente siguió los hechos sin participar…quizás esa es la falla en su gobierno, pensar que puede escribir una realidad distinta sin lograr que todo el aparato del Estado participe.
Por eso respeta tanto la profesión del periodismo, porque sabe que sin actores que interpreten la realidad, no hay futuro, aunque ese futuro parezca más una vuelta al pasado.