jueves, 20 de mayo de 2010

La verdadera batalla por Chile

Para Fernando Rodríguez porque nuestros nietos crezcan en un mundo libre y con justicia.


Estamos a escasos meses de cumplir doscientos años de vida independiente, México ha alcanzado la madurez como Estado pasando por momentos amargos para poder llegar hasta este punto. Para entender el Bicentenario es preciso hacerlo en análisis paralelo con las naciones de América Latina ya que nuestros lazos nos unen desde tiempos ancestrales.

Para contribuir a los festejos críticos de la gesta independentista volvamos la mirada a la América del Sur, a un pequeño terruño de tierra llamada Chile.

Hablar del lugar donde se acaba la tierra es imaginar a los atacameños a los araucanos y Pedro de Valdivia. De García Hurtado, el coraje y fuerza de Lautaro, de su Chacabuco y de la Patria Vieja “consumada” en la constitución de J. Prieto.

El México de Benito Juárez con sus conservadores y liberales es similar al de Chile con sus pelucones, pipiolos y sus estanqueros. Nosotros con Cortés y ellos con Hernando de Magallanes.

Hablar de Chile y su bicentenario es pronunciar nombres como el Desastre de Rancagua el Ejército, de los Andes, la fecha del 12 de febrero de 1817 y un hombre llamado Bernardo O'Higgins. Siguiendo por la Constitución de 1833 el Tratado de Tantauco, Valparaíso, la Batalla de Yungay, el Partido Liberal, un Tratado de Ancón de José Manuel Balmaceda, de un sueño conocido como la República Parlamentaria, el escudo de la Constitución de 1925, y su espada la República Presidencial. Nombres como el Carlos Ibáñez del Campo y la República Socialista de Chile, Pedro Aguirre Cerda, Gabriel González Videla, Jorge Alessandri, Salvador Allende, Unidad Popular, La Moneda. Augusto Pinochet, los Chicago Boys,y el Milagro de Chile, un Patricio Aylwin y la Transición, y su Informe Rettig.

Chile es más que El Mercurio o Violeta Parra, o Diego Portales, es mucho más que un héroe herido y cabalgando en la batalla de Maipo. Es la tierra de los sufrimientos, de las heridas, de los recuerdos. Las fotografías dicen más que mil palabras pero son las palabras las que desnudan el alma y provocan sentimientos como estas líneas de un libro titulado La casa de los espíritus. “El resto de la tarde transcurrió sin incidentes y en la noche todos estaban más tranquilos, a pesar de la prolongada incomodidad y del hambre. Las tanquetas seguían fijas en sus puestos”.

Lugar de batallas, de caídos, de hombres con hambre de libertad, con deseos de justia, de mujeres que roban la tranquilidad del corazón con tan solo una mirada. Es el país donde a pesar de que la tierra le retiemble bajo sus pies, siguen estoicos, firmes, fuertes como Condorito o sublimes como Claudio Arrau.

El bicentenario es una palabra, pero que hoy y mañana no tendrá sentido sino volvemos la mirada al pasado, a los hombres y mujeres que ante la injusticia y la desigualdad creyeron, lucharon, vivieron y dieron la vida por un ideal que hoy rompe fronteras, que se vuelve más fuerte con los décadas, y que sin duda debe estar presente en el Muro de Honor de Latinoamérica, un ideal que se llama Chile. No por nada el Manco de Lepanto salvo de la hoguera un libro titulado La Araucana.

Chile no pertenece a la Independencia latinoamericana, la independencia, la democracia y la justicia son las que pertenecen a Chile igual que América Latina y sus sueños allendistas, a su pueblo y a sus ideales y a su porvenir. Hoy los chilenos pueden levantar la frente con orgullo pues tiene un futuro tan grande como su pasado.

martes, 18 de mayo de 2010

De qué generación me hablas

Y entonces hicieron su aparición, llegaron los ismos y las generaciones y fue ahí dónde México despertó y comenzó a crecer.  Comenzó la batalla de las causas y movimientos. Aparecieron los insurgentes y los realistas, los conservadores y liberales, los de abajo y los federales.

El remolino de las ideas a su paso por el país sembró miles de causas, que hoy son indispensables para el desarrollo en la política. Cada época tiene su líder y sus fieles, la historia mexicana ha tenido muchos exponentes.

Cuántos pueden jactarse de poder decir que son pertenecientes a cierta generación o corriente que ha visto nacer el pueblo. Quién puede decir hoy que fue participé de la generación de la revolución y no digamos de la causa independentista, quién se jacta de añorar los días de los Dorados de Villa, o pertenecer a los constitucionalistas o a los maderistas.

Cuántas corrientes y generaciones de mexicanos comprometidos con su época,  si hablamos por sexenios ahí están, los callistas, cardenistas, avilacamachistas, alemanistas, ruizcortinistas, lopezmateistas. La generación de Díaz Ordaz y el 68, Luis Echeverría y su halconazo. Los salinistas, tecnócratas y los de la transición.
Los maderistas, villistas y zapatistas, obregonistas, carrancistas, delahuertistas, orozquistas. La generación estridentista y los del ateneo de la juventud.

El priísmo, el perredismo, el panismo. Constatamos que hoy mañana y siempre las corrientes están ahí en su mayoría formada por los jóvenes, los jóvenes con hambre con esperanza y anhelos.

Como hemos visto es indispensable la necesidad de corrientes como las antes mencionadas, porque son estos movimientos quienes han llevado a la construcción o destrucción del país que hoy tenemos. La pregunta hoy no es qué nos han dejado estos ismos y movimientos, sino hoy cómo nos definiremos.

¿Formamos parte de la generación calderonista, somos hijos del salinismo, somos nietos de la generación del Fobaproa o acaso contaremos a nuestros hijos que fuimos sobrevivientes de la generación del narcotráfico y la inseguridad, podremos narrar mañana con vehemencia que formamos parte de la generación del regreso del PRI a los Pinos?

¿Qué somos ebraristas, cevallistas, o bien podemos contar que somos generación Paulette, contar que fuimos ABCistas?

Quién puede decir que es un sobreviviente de la caída del sistema, que somos parte de la generación del Bicentenario, que fue appista, que formó parte  del movimiento atenquista, que vivió en época de juanitos y mesías tropicales?

Podremos decir con orgullo que formamos parte de algo como mencionó el presidente Adolfo López Mateos “yo pertenezco a una generación frustrada, amargada, la vasconcelista”.

¿Somos  generación ipod, twitter o facebook, somos generación emo, quién puede levantar la frente con orgullo y gritar que pertence a un ismo o a un movimiento de trascendencia que habrá de modificar el rumbo del país? hoy no se ve ninguna causa, ni caudillo o institución que pueda guiar al cambio que anhelaba el presidente Madero.

Confiemos en que esa causa llegue pronto, sino contaremos a nuestros nietos que fuimos la generación del narcotráfico, de la clase política inepta, y de la sociedad muda y sorda.

domingo, 16 de mayo de 2010

"Los rompe-teclas"

Hablar del sistema político mexicano es adentrarse en un enfrentamiento de ideas y personajes, significa hacer un recorrido por los momentos amargos y dulces de la política.
Tratar de entender el desarrollo de los logros democráticos anhelados por Francisco Ignacio Madero, es contemplar el crecimiento de México durante décadas, su evolución y crecimiento como país, sus héroes y villanos, los grandes líderes que han llevado al sistema hasta el punto en que se encuentra.

Pero no podemos entender la maduración de los sagrados anhelos de un Estado democrático, sin mencionar a uno de los grandes actores que durante años han caminado de la mano con la clase política; los periodistas.

Si analizamos el papel que han jugado los medios de comunicación a lo largo de los grandes acontecimientos del país podemos apreciar que sin su constante participación intentar hablar y descifrar el sistema político no sería posible.

Durante años millones de mexicanos se han enterado de las realidades  e impresiones gracias al importantísimo trabajo que se realiza día con día en los medios. Vale la pena destacar el ejercicio periodístico como una parte medular dentro del mismo sistema político, en este año de mitos y realidades donde son obligatorias las palabras pronunciadas por el Ejecutivo Federal  “celebrar significa también analizar, celebrar significa discutir la historia de México que no ha sido, afortunadamente, ni de ángeles ni demonios, sino de hombres y mujeres como todos, con virtudes, con defectos, con grandes ideales. Dialoguemos y discutamos sobre la historia nacional sin mitos, sin prejuicios, sin exclusiones.”  

Hoy el papel de la prensa no es igual a los años dorados del viejo sistema donde existía una sola regla que se cumplía como mandamiento “no tocarás ni al presidente de la República ni a la Virgen de Guadalupe”. Afortunadamente y para el bien del propio sistema contamos con gente como Carmen Aristegui capaz de hacer temblar a las voces más duras de clase política.

Vemos con valentía los cartones de los moneros ; Hernández, Naranjo, Rictus, Alarcón, Helguera, Paco Calderón, Magú, Carreño, Boligán, Jabaz  El fisgón y  Helioflores.

Prestamos atención a las palabras de Denise Dresser, Macario Schettino, Sergio Aguayo, Enrique Hernández Alcázar, Ricardo Alemán, Jesús Rangel, Martha Lamas, Ana Lilia Pérez, Héctor Aguilar Camín, Julio Scherer, Lorenzo Córdova, Sergio Aguayo, José Cárdenas, Sergio Sarmiento, Katia D´artigues, Diego Osorno, Olga Pellicer, Félix Fuentes, Denise Maerker, Julio Hernández, Jairo Calixto, Olga Wornat, Lydia Cacho,  Alán Arias, Sabina Berman, Ricardo Raphael, Federico Arreola, Joaquín López Doriga, Mardonio Carballo, Thelma Gómez, José Gil Olmos, Rosalía Vergara, Ernesto Villanueva y el maestro Miguel Ángel Granados Chapa.

El periodismo es uno de los pistones del motor mexicano, y no podemos entender al sistema y sus fallas sin estos hombres y mujeres, quienes gracias a su esfuerzo y compromiso con la verdad y la “objetividad” demuestran que podemos salir de esta tragicomedia mexicana en la cual vivimos.

Estas líneas no son alabanzas a los citados antes, es una crítica y un llamado a todo mexicano que posee una pluma y la capacidad de contar la realidad. Es un grito de auxilio pues el trabajo de cada uno de ellos nos llevará a la cita que el país tiene pospuesta con el destino.
Día a día su trabajo genera los despertares de la mente, y generan opiniones y debate, de nada sirve que en un único diario se publicaran sus columnas, artículos y colaboraciones si nadie las leyera o las escuchara.

El sistema político mexicano de nada sirve sin ustedes, porque díganme quién nos va a contar de los malos manejos del erario, del nepotismo y la impunidad, de los secuestros, la corrupción, desapariciones, el catastrofismo, de los daños colaterales y sus derivados.

Vivimos tiempos obscuros pero aún existe la luz, y ustedes tienen el peso en sus hombros, no olviden qué representa hoy su voz y escritura pues son ustedes quienes a diario cuentan la realidad.  El periodismo y el sistema político son complementos, un Presidente sin micrófono no es legítimo, y un periodista sin entrevistador no tiene nota.

Les invito a analizar el papel que hoy juega aquel que tiene el medio para dar su opinión y las repercusiones que esto tiene, esa divinidad llamada ética habrá que pensar en sus dimensiones. Prensa y poder  cuánto daño le ha hecho a este país, celebremos el bicentenario y el centenario bajo un solo lema, soñemos en libertad y caminemos a los ideales siempre en aras de la verdad.