lunes, 4 de octubre de 2010

La ignominia al poder

Horas antes de entregar la banda presidencial, le preguntó  el jefe del Estado Mayor Presidencial, general José Gómez Huerta “¿alguna otra instrucción, señor? –Le encargo a Gustavito, general-” Respondió el aún entonces Presidente, Adolfo López Mateos.
Tiempo después Gustavito dejó la “inocencia” y asumió la primer magistratura del país. Sentado en la silla presidencial decía “desde aquí es posible sentir cuando el pueblo está satisfecho, airado, exigente, solidario, indiferente o frío”. Fue él quien le dio un papel sagrado a la investidura presidencial, primero las formas después los modos.
Ya entrada la crisis del gobierno con los estudiantes, las crónicas relatan que en Ciudad Universitaria, en un mitin realizado el 20 de agosto, habló el entonces líder de las juventudes del PAN  “el movimiento tocó al fin uno de los tabúes de México: el del presidencialismo” sentenciaba Diego Fernández de Cevallos. Hoy el presidencialismo parece que seguirá siendo tabú, ya anunció el primer presidente de oposición, que el regreso del PRI es inminente.
Pasadas las olimpiadas y su mandato, Díaz Ordaz regresó tras haber sorteado suerte como embajador en España, ya en suelo mexicano dijo “Estoy muy orgulloso de haber podido ser presidente de la República y haber podido, así, servir a México. Pero de lo que estoy más orgulloso de esos seis años es del año del 1968, porque me permitió servir y salvar al país, les guste o no les guste, con algo más que horas e trabajo burocrático, poniéndolo todo: vida integridad física, horas, peligros, la vida de mi familia, mi honor y el paso de mi nombre a la historia. Todo se puso en la balanza. Afortunadamente, salimos adelante. Y  si no ha sido por eso, no tendría la oportunidad, muchachito, de estar aquí preguntando”  le dijo al entonces reportero de Proceso, Don Carlos Monsiváis.
En las memorias del expresidente Don Gustavo hay una frase tan asombrosa como inverosímil “México será el mismo antes de Tlatelolco y después de Tlatelolco y quizá sigue siendo el mismo, en parte muy importante por Tlatelolco”.
Aquella tarde de octubre es sin duda el punto de inicio donde la credibilidad del gobierno se perdió en la infinidad del viento. Ya sabemos que la revolución dio paso a la institucionalización del sistema presidencial, hartos de él, pensamos que la mejor opción era cambiar de caballo, pero la transición se frustró, la democracia bandera de Acción Nacional se perdió en la historia, el ejemplo más claro se ve hoy al desarmar al innombrable Coloso, el gobierno calderonista tiró los hechos y la historia.
Los caídos aquel día y sus ideales siguen vigentes. Cuánto tardará el Presidente Calderón en rectificar su estrategia, cuántos padres tendrán que rogar que la guerra se detenga, cuántos huérfanos veremos al final del sexenio.
La impunidad como en aquella tarde de octubre se respira en el aire. Como señaló en alguna ocasión el nobel universitario, Don Octavio Paz haciendo alusión al hermoso poema de la Suave Patria “necesitamos un proyecto nacional más humilde”
Aquí una serie de imágenes de lo que se vivía en aquel momento  http://fotoslopez.blogspot.mx/2010/10/la-distancia.html

El águila y la serpiente…El gobierno, los partidos y el IFE firman, y aseguran que respetaran el famoso “Pacto de neutralidad electoral” sólo una duda, ¿desde cuándo se anuncia que tenemos que dar nuestra palabra para respetar la ley que juramos ejercer a cabalidad?, una paradoja más.
¿Los ciudadanos podremos firmar un pacto con la clase política para exigir que se vea en todo momento por el bien de la nación? ¿Qué legislador, secretario o Presidente, puede asegurarlo?

2 comentarios:

Unknown dijo...

Buen texto mi estimado aunque mas q un proyecto mas humilde, necesitamos uno mas realista, mas apegado a las necesidades de nuestro país en lugar de tratAr de copiar otros modelos debemos crear uno a partir de nuestra propia historia y circunstancias .

Espacio Nacional dijo...

Para poder comentar con cierta responsabilidad este artículo, hay que conocer a fondo la Historia de México y a partir de ello, comentar el escrito y no estoy en esas condiciones.
Sin embargo, no hay que conocer la historia de México para interpretar lo que el autor nos quiere señalar y que se ha venido sucediendo a través de su historia patria y de la historia latinoamericana y con esos alcances pevios solamente insitir lo que ya varias voves han levantado su grito.
Sí es hora, sí es la obligación moral y patriota de todos los ciudadanos de exigir a sus autoridades administrativas de un país, a sus jueces y al estamento público en general, seriedad y honestidad para ejercer las funciones en que el pueblo les entregó. No actuar de esa forma, sin duda que nos hace cómplices de todas y cada una de las injusticias, inmoralidades, corrupción, desatinos e indolencia que vemos a diario en nuestros representantes y que producto de ello, millones de seres humanos viven en la desesperanza, en el dolor de las ilusiones perdidas, los intentos sin resultados, sin saber qué camino tomar, pues si no lo es uno, es el otro, pero a la larga, matices más matices menos, todo sigue igual.
Los Partidos políticos, en vez de ser el vaso comunicante entre el Poder y la sociedad, se ha transformado en el vaso del engaño y de la mentira, a costa de esa sociedad que implora transparencia, justicia, equidad y no la alcanzan.
Qué tendrá que venir? ¿Qué estamos esperando? ¿Cuando tocaremos fondos y lucharemos de verdad por nuestros intereses colectivos y no seguir aceptando como unos pocos arrasan con nuestros DERECHOS?
Desde Chile, Fernando Rodríguez Guzmán