En sus últimos años de vida el ex presidente Adolfo Ruiz Cortines le dijo al periodista Julio Scherer, “No abusamos del poder, pero no hicimos todo lo que debimos”. Scherer le respondió que al menos como ex presidente, no tenía que “tragar sapos”.
“Se equivoca usted porque no sabe de esto, entre políticos había dos tipos de comensales: los que disfrutaban su ración de sapos, y los que la tragaban con repugnancia y a solas hacían esfuerzos por vomitar…Quedamos pocos. Viejo como estoy, hago por vomitar. Ni la vejez puede con la política. Sólo la muerte”.
La muerte hoy se ha convertido en el principal invitado de la sociedad mexicana. Este fin de semana México tuvo las 48 horas más violentas del segundo sexenio panista. Coincidiendo con el desplegado del Ejecutivo Federal para avalar y reflexionar sobre la batalla emprendida contra la sombra del crimen organizado que cada día nos envuelve en las tinieblas.
Tinieblas como las que cayeron la tarde del 10 de junio de 1971, un jueves, un jueves de Corpus. Hoy sabemos que el titular del Poder Ejecutivo en ese momento, Luis Echeverría Álvarez fue intervenido quirúrgicamente ayer, sabemos que él participó en la matanza del dos de octubre, que fue absuelto de los cargos de genocidio y hoy puede morir en su cama sin rendir cuentas ante la justicia por sus actos y responsabilidades en varias páginas obscuras de la historia política moderna.
Echeverría, continuó con la labor de Gustavo Díaz Ordaz mantuvo a “raya” a los “enemigos” del Estado. Gracias a él hoy le debemos que la libertad de expresión tenga forma en una revista que sigue estoica ante los embates gubernamentales; Proceso.
Luis ayudo a mantener el sistema y plasmo su nombre en la historia con sangre, dio el golpe a Excélsior con lo cual Julio Scherer y un grupo de grandes mexicanos comprometidos con la verdad respondieron a su tiempo y a sus circunstancias.
Hoy Proceso tiene un papel tan prestigiado en la escena política del país que a lo largo de siete sexenios, ha logrado contar las tramas de la política nacional. Si la muerte de Echeverría llega en estos días será un poco de justicia poética el golpe a Excélsior fue en julio del 76, seguramente habrá mucho de poética pero nada de justicia.
Gustavo Díaz Ordaz dijo “México, será el mismo antes de Tlatelolco y después de Tlatelolco y quizá sigue siendo el mismo, en parte muy importante por Tlatelolco”. Tenía razón México será el mismo antes y después de Tlatelolco, hoy México sigue igual, no existe la justicia y aún reina la impunidad.
Estamos muy cerca de asistir al funeral de un ex presidente, y esto nos hace preguntar, cuando Calderón deje el cargo y las arenas del tiempo hagan estragos en su piel y mente, morirá en su cama sin ser juzgado por sus responsabilidades o habrá algún valiente juez que proponga el juicio político a un ex presidente y haga responsable a Felipe por las acciones de sus hombres y su sexenio pobre en cuestión de derechos humanos. De ser así empezaremos a pensar en las responsabilidades históricas.
Hablar del futuro y de la muerte de don Luis Echeverría lanza una moneda al aire, quién fungirá en el cargo o asumirá el papel que tiene por ahora Julio Scherer, por que con la muerte de los villanos viene la muerte de los héroes. Habrá que pensar quienes serán los nuevos actores del México del mañana.
Tenía razón don Adolfo sólo la muerte puede con la política, y hoy la muerte es invitada cotidiana de los mexicanos, quizás el error estuvo ahí en el 68, ahí empezó la muerte y la política empezó a morir y con ella el sistema y por consecuencia el sistema nos arrastró a todos.
Creía que lo conocía pero me equivoque, decía Díaz Ordaz sobre Echeverría.
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