lunes, 13 de junio de 2011

Un poema llamado mujer


De nada vale la sabiduría adquirida en una vida, cuando el hombre observa impotente el recorrido de una lágrima en el rostro femenino, de nada vale el orgullo cuando fue el hombre quien provocó el llanto de ella…

El pasado se dice; es historia, el futuro se sabe incierto, el presente es realidad. Y la realidad de las mujeres es la constante batalla que lucha por su libertad.

Tacones, zapatillas (abiertas y cerradas), sandalias, botas, tenis y mocasines “desfilaron” por el paseo de la Reforma, evocaban de cierta manera el origen de aquella importante vía construida por la emperatriz Carlota durante su estancia en el imperio de Maximiliano.

Fueron distintas las consignas, fue distinta la ideología, fue el mismo enemigo: la violencia hacia la mujer.

El machismo, el sexo fuerte, el yo mando porque tengo pantalones, tu lugar es en la cocina y en la casa, fueron los paradigmas que se han roto. Atrás quedaron los días en que los hombres que tanto veneramos en la época del cine de oro abusaban de la mujer por sus pistolas.

El censo levantado por el INEGI en 2010, señala que México cuenta con  112 millones 322 mil 757 de los cuales, 57 millones 464 mil 459 habitantes son mujeres (51.22%).

Pero a pesar de los logros obtenidos en las últimas décadas, luego de que la mujer luchará por conseguir sus ideales y logrará tener la capacidad de decidir su futuro se ha enfrentado y sigue enfrentándose a la agresión cotidiana de nuestro género, que miramos con deseo y lujuria su andar.

Ayer las manifestantes de la llamada “Marcha de las Putas” dieron cátedra de lo que son capaces de hacer, su organizadora: Minerva Valenzuela caminaba con ese porte de seguridad que distingue a quienes tienen un objetivo. Ese objetivo ayer fue cumplido. La sociedad se enteró y se ha quitado la venda del gran problema que sufren ellas al salir a la calle.

Falta mucho por hacer, faltan muchas voces que deben conocer el mensaje, la sociedad mexicana tan conservadora en muchos aspectos debe empezar por reconocer el error que nos tiene sumidos en las sombras en materia de equidad. Fueron las mujeres quienes por muchos años fomentaron el machismo.
No se trata de buscar culpables, pero debemos señalar a todos los responsables, mujeres y hombres han fallado, si hoy existen tipos capaces de sentirse dueños de la vida de su novia, esposa, madre e hijas, es porque no se les ha inculcado la tradición del respeto.

Cuántos casos conocemos, de aquellas mujeres que creen que no pueden vivir si su hombre, cuántas mujeres conocemos que a pesar de los golpes propinados por sus parejas (por saludar a un hombre siguen con él), cuántos, cuántos, cuántos casos.

Si las mujeres deben y quieren cambiar, tiene que tener presente la idea de amarse ellas primero, por sobre todas las cosas. El cambio como siempre se ha dicho debe venir desde el origen, y entonces teniendo en cuenta eso deben y deben luchar los hombres por entender que son algo más que traseros y senos hermosos.

Se leía ayer “más vale ser zorra por astuta que por puta”, no es malo ser puta, lo malo es no tener orgullo para decirlo.

Al mirar a una bella mujer siempre viene a mi memoria aquella frase que leía  cuando conocí a mi esposa Itzel “tener tus ojos debe ser ilegal y más si cuando miras sólo inspiras a pecar” No es malo pecar, pues la naturaleza del hombre es satisfacer esos instintos primitivos de la reproducción, lo malo es que no entienda el hombre que si una mujer le entrega el olor y la textura de su cuerpo, lo mínimo que debe hacer es tener la discreción tan sólo para contárselo a sus demonios internos y no hacer gala de egos.

Falta mucho camino por recorrer, pero estamos seguros que seguirá oyéndose el constante taconeo de aquellas princesas guerreras, México debe estar consciente que falta poco, muy poco para que aquel sonido de tacón y voz de mando, se escuche desde Los Pinos. 

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